viernes, 13 de agosto de 2010

Mañana a las 7

-Es algo tarde, ¿no crees?-dijo ella aún con la cabeza recargada en el hombro de él.

-Me parece que sí-dijo el con la mirada perdida en la blanca luna que se alzaba encima de ellos, totalmente llena y con una limpia y fuerte luz blanca.

Se quedaron unos minutos más contemplando el paisaje. El pasto se veía ligeramente iluminado por la luz de la luna, sin embargo era capaz de quitarle a la luna todo el brillo que ofrecía en la noche. La luz era tan fuerte que incluso se proyectaban un par de sombras, una chica con el cabello corto que recargaba su cabeza en el hombre de un chico un poco más alto.

-Me gusta la luz de la Luna-dijo ella sin quitar los ojos del horizonte.

-¿Por qué?

-Se me hace tan pura y tan limpia, como si no tuviera ninguna suciedad y simplemente se nos fuera regalada.

Dejaron pasar el tiempo, y después ella se levantó, el hizo lo mismo y empezaron a caminar.

-Sabes-dijo ella agarrándole la mano-te voy a extrañar.

-Un año se pasa más rápido de lo que imaginas.

-Un año es suficiente para que pase cualquier cosa.

Siguieron caminando. Y llegaron al carro, él le abrió la puerta para que se subiera, la cerró y se subió de su lado. El transcurso de regreso fue silencioso, con solo la música para llenar el silencio que había entre los dos.

Llegaron a una casa, el carro se detuvo.

-¿Vas a ir mañana a despedirme al aeropuerto?-pregunto él, mientras apagaba el carro.

-Sabes que no me gustan las despedidas-dijo ella esquivando sus miradas.

-Pero esta es una que me haría sentir mejor.-Ella dudó un poco, se mordió ligeramente el labio inferior.-Mañana a las 7, en el aeropuerto.

-Lo pensare, pero no te prometo nada.

Antes de bajarse lo beso, le dio un abrazo y abrió la puerta.

-Te voy a extrañar.

Se bajó y cerró la puerta.

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